jueves, enero 11, 2007


La Nicaragua de Ortega, una ola de esperanza
Joaquín Rivery Tur • Granma

Una ola de esperanza se apoderó de la Plaza de la Fe Juan Pablo II cuando cientos de miles de simpatizantes del sandinismo se congregaron en la explanada para escuchar el primer discurso de Daniel Ortega en su función de presidente de Nicaragua.

Había fiesta en la multitud del pueblo de Sandino, que acababa de recuperar la esperanza. En la riada humana que bajaba por la avenida Bolívar, cada vez que uno se acercaba a una persona, la palabra de orden en las respuestas a las preguntas era "trabajo".

Santos Ortega, con el mismo apellido de su Presidente y un niño a cuestas, respondió con una sonrisa: "Es un día importante para el país. La fe está en ellos, los sandinistas; que haya más trabajo para llevar el bocado de comida a la casa. Los gobiernos anteriores no miraban al pueblo. Los últimos 16 años solo han sido de sufrimientos".

El clamor era realmente dramático por la repetición constante de los anhelos, por lo que falta. Ana Bravo quiere que sus hijos tengan mejor futuro, que aprendan y tengan medicinas. "Para sobrevivir vamos a la cosecha del café y después la pasamos difícil. Lo que espero ahora es empleo".

En cuanto saben que les pregunta un cubano, el nombre de Fidel salta rápido a los labios, como en los de Omar Cauce, quien dice haber estado en Cuba. "Deseo que el Comandante se recupere pronto porque es la luz de Latinoamérica", expresó.

"Se nos ha negado el acceso a la educación, a la salud", afirma un hombre de pantalón negro y camisa roja con una bandera de los mismos colores, que alzó la voz para afirmar que "la fuerza moral que tiene el Comandante Fidel no la tiene nadie".

Allí habló Chávez para saludar a Daniel Ortega y entregarle una réplica de la espada de Simón Bolívar, también envió un saludo a Fidel en una intervención breve, pero de fogosidad revolucionaria.

Lo siguió Evo Morales, emocionado y enarbolando su idea de que Fidel es el Comandante de la liberación latinoamericana y afirmó que Bolivia se sumaba a Cuba, Venezuela y Nicaragua en el combate contra la injusticia.

Daniel Ortega se quitó la banda presidencial y proclamó ante el mar de sandinistas que ella pertenecía a los campesinos, a los trabajadores, a la juventud y recordó que el neoliberalismo había logrado crecimiento económico, pero la riqueza no iba a los necesitados.

Destacó que en los últimos 16 años se ha sumido en la pobreza a los nicaragüenses y que era hora de emprender el camino que le permita al pueblo comer, educarse, curarse. Los retos son grandes —enfatizó— por el modelo implantado, pues por ejemplo, en 1990 los sandinistas dejaron el poder con un 12% de analfabetismo y ahora hay un 35%.

Reiteró los compromisos de campaña de trabajar por sacar del hambre y la pobreza al pueblo, y se pronunció contra las privatizaciones, como la de la energía, efectuada parcialmente en los años neoliberales, un problema a enfrentar con la colaboración de Venezuela, afirmó.Ortega coronó su discurso con un llamado a la unidad de los nicaragüenses y de toda América Latina.