martes, marzo 06, 2007

SILVIO RODRIGUEZ EN LA FUNDACION GLADYS MARIN


1972 en Santiago: Un tipo de jeans gastados y guitarra al hombro avanza por los pasillos de Carmen 340, acompañado de Gladys Marín e Isabel Parra. Había venido a participar de un Congreso organizado por la Juventudes Comunistas en el Estadio Nacional, pero éste fue clausurado minutos antes.

Silvio Rodríguez toca una canción en medio de ceniceros humeantes y banderas de lucha. Un gordo simpaticón llamado Pablo Milanés lo acompaña. Esa noche fue mítica para la Peña de los Parra, movimiento artístico y musical que funcionaba al amparo de la Discoteca del Cantar Popular (Dicap), durante el gobierno de la UP. Eran años en que la Nueva Trova era considerada contrarrevolucionaria en su propia Habana. Y a Silvio lo habían expulsado de un programa de televisión por ser amante de The Beatles.

Ayer el cantautor se reencontró con los muros que lo oyeron cantar en su primera visita a Chile. Pero para participar de la inauguración de la Fundación Gladys Marín, creada a dos años de su muerte, acaecida el 6 de marzo de 2005. Afuera, una cola de adolescentes esperaba verlo. Un descuido de parte de sus guardaespaldas de cara crispada sería la chance perfecta para rozar al compositor de “La era está pariendo un corazón” y robarle un autógrafo.

TE QUIERO LIBRE YO

Adentro, la ceremonia estaba a cargo de Elsa Poblete y se realizaba en compañía de personajes del PC, los hijos de Marín y algunos personajes de la cultura como Inti Illimani histórico, Isabel Parra y Pedro Lemebel.

Silvio mira el acto desde la primera fila. Vestido de polera azul y bigote, recordaba a la mujer que saltándose cualquier principio ortodoxo, lo había traído a Chile. Y que encabezaba marchas junto a niños patipelados y obreros tostados por el sol.

A la hora de los homenajes, cuando los dirigentes de Dicap subieron al escenario para darle un reconocimiento por su aporte al disco tributo “Mil voces Gladys” (dedicó el tema “Yo te quiero libre”), mencionó: “Gracias. Pero creo que no hay nada que agradecer. Sólo hice lo correcto. Ni más ni menos que mi deber. Rendirle honores a una dirigenta ‘de clase’, de pensamiento amplio y cuyo liderazgo más que político, fue humano”.

Es sabido que el artista cubano se siente incómodo con los aplausos. Que su mirada es distante y que siempre tiene prisa. Pero ayer su sonrisa dejó de ser débil . Tras anunciarse para este año el segundo volumen de la placa “Mil voces Gladys”, afirmó riendo “les regalo el tema que quieran”.