viernes, mayo 04, 2007




DEBATE EDUCACIONAL
Selección, liceos emblemáticos y estratificación social

Rodrigo Roco Fossa, master en Ciencias de la Educación de la IREDU-CNRS Université de Bourgogne


En 1910, el presidente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de EEUU, Leo S. Rowe, constataba que en Chile las escuelas públicas no habían logrado disminuir las diferencias de clases existentes en la sociedad debido a la forma y el énfasis que el sistema educativo adquirió en el siglo XVIII. Casi un siglo más tarde, el informe redactado por la comisión de la OCDE que encabezó el economista de la Universidad de Stanford Martin Carnoy dice que en el modelo “el punto importante no es saber si (entre establecimientos municipales y particulares subvencionados) el valor agregado es tan diferente -y no lo es-, sino más bien el hecho de que el sistema educacional está conscientemente estructurado por clases”



No cabe duda que el crecimiento económico y la reducción de la pobreza durante los últimos 17 años han tenido como efecto palpable que el conjunto de la sociedad elevó sus niveles de vida y educación. Pero este movimiento ascendente, por esencial que sea, no ha alterado la estratificación social. Todos hemos mejorado en bienestar material, pero a ritmos diferenciados, y la brecha social sigue en muchos casos igual de ancha o más profunda. Aún son cerca de tres millones las personas que viven en la pobreza, y existen cerca de tres millones más que superan dicho umbral por 20 mil pesos al mes.



Cuando se alega que vendrá una “nivelación hacia abajo”, o que se está atentando contra la movilidad social para sólo producir un espejismo de equidad -como lo hace José Joaquín Brunner- o se dice que se perjudicará a las necesarias elites intelectuales de la nación, es necesario recordar que el mejor desempeño de los liceos selectivos proviene en su mayoría de esa misma selección, tal como lo muestra para Chile la literatura disponible. Y si esta temprana selección no genera sola la calidad en términos netos, sí acentúa y consagra la segregación socio-escolar. Dicha selectividad no puede ser motivo de orgullo, y los llamados liceos públicos emblemáticos o de elite debieran reencontrarse con el ideario republicano que los sustenta.

Precisamente se trata de democratizar -aunque sea un poco- la composición de las elites nacionales y la opción de integrarse a ellas. Lo contrario se parece más a eludir un compromiso verificable con generar un mayor valor agregado educacional en tantos establecimientos financiados con recursos públicos. ¿Qué pedían en esencia las bases pingüinas en 2006? Pedían que la educación secundaria y primaria garanticen unas mejores opciones, pedían poder ingresar a la universidad, pedían igualdad de oportunidades. Pedían que en el momento en que llegue la selección, ésta sea más justa y menos social, y que el Estado actúe para corregir las distorsiones. Exigían romper el círculo vicioso, ese que Los Prisioneros con sabia percepción retrataron hace ya más de dos décadas: ... “Ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación, ¿y para qué?…”; “A otros enseñaron secretos que a ti no. A otros dieron en verdad esa cosa llamada educación…”.