miércoles, febrero 07, 2007

Misiles generan primer impasse entre Nicaragua y Estados Unidos

Además de aludir a la plena soberanía en materia de defensa, Managua alegó que no puede desarmar su ejército si sus vecinos, Costa Rica y Honduras, adquieren nuevos armamentos con la venia de la Casa Blanca.

A menos de un mes de haber asumido como Presidente de Nicaragua, el sandinista Daniel Ortega protagoniza su primera pulseada con Estados Unidos, país que le exigió destruir más de un millar de cohetes Sam-7 (tierra-aire) donados en 1980 por la entonces Unión Soviética al ejército nicaragüense, aludiendo preocupación por la estabilidad en Centroamérica.

Washington señaló que “espera que Nicaragua continúe en el camino ya establecido de desarme y destrucción de todos los misiles”.

El impasse se produce a días de que el Parlamento de Nicaragua, controlado por la oposición derechista, discuta la iniciativa para eliminar 651 de los 1.050 cohetes, un compromiso adquirido con Washington por el antecesor de Ortega, Enrique Bolaños. Ya en 2004, bajo su Gobierno, el país centroamericano destruyó 1.000 misiles del mismo tipo a solicitud de la Casa Blanca.

Ante la fuerte presión que Estados Unidos ha desplegado en los días previos para la destrucción de los misiles, la reacción del Ejecutivo nicaragüense no se dejó esperar.

“Ningún Estado -en alusión a EEUU- puede esgrimir razón alguna para exigir de Nicaragua la destrucción unilateral de su armamento, vital e indispensable para la defensa de su soberanía”, declaró el Gobierno de Managua a través de un comunicado de su cancillería.

“Desde 1990, Nicaragua ha sido el país que ha cumplido estrictamente con el espíritu y la letra de Esquipulas (ver recuadro)”, insistió el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Ortega agregó que él “no ha mandado a pedir que se destruyan los cohetes. El otro (Bolaños) ya se fue”. Además, justificó su negativa alegando que Honduras compra aviones de guerra a EEUU y Costa Rica posee “una fuerza muy poderosa (…) que cuenta con “un gran presupuesto, con muchos recurso y armamento”.

“Si en Centroamérica no hubiese aviación de guerra, sencillamente no habría razón para que tengamos aquí misiles, pero como en Centroamérica hay esa aviación de guerra, desgraciadamente nos obligan a tener esos misiles para defender el país en caso de que se dé una agresión”, afirmó el Presidente nicaragüense.

Las relaciones entre Managua y Washington se tensarían aún más de continuar el Mandatario con su actitud, indicó el ex canciller Emilio Álvarez (1997-98), ya que “definitivamente va a despertar suspicacias y dudas sobre la verdaderas intenciones de Ortega, porque para el Departamento de Estado (norteamericano) ya era un hecho la destrucción de los misiles”.

Ante las denuncias nicaragüenses sobre la compra de aviones a EEUU, Honduras negó que esté en carrera armamentista.

En representación de su Gobierno, el canciller Eduardo Reina señaló que “respetamos la posición de Ortega, pero en nuestro caso mantenemos un ejército con plena capacidad simplemente defensiva”.

Para mantener su posición frente a EEUU, el Presidente Ortega tendrá que negociar con la oposición, ya que ésta sólo se requiere de un mínimo de 47 votos favorables de los 92 diputados del parlamento, que fácilmente reunirá las dos facciones de derecha que hacen mayoría, contra 38 legisladores del oficialismo.


Esquipulas II

Entre el 6 y 7 de agosto de 1987 los presidentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, reunidos en Esquipulas, se comprometieron a mantener el balance de fuerzas para mantener el equilibrio entre los ejércitos del área. Además de “asumir el reto histórico de forjar un destino de paz para Centroamérica, hacer prevalecer el diálogo sobre la violencia, dedicar a las juventudes de América Central, cuyas legítimas aspiraciones de paz, de libertad y reconciliación, han sido frustradas durante muchas generaciones, estos esfuerzos de paz. (Así) Pedimos respeto y ayuda a la comunidad internacional para nuestros esfuerzos” (extracto del documento original).