miércoles, julio 04, 2007

MUERE EN PUNTA PEUCO EX AGENTE DE LA DINA OSVALDO ROMO MENA

Problemas cardiorrespiratorios habrían sido la causa de la muerte del ex agente civil de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Romo solo alcanzó a ser procesado en dos de las casi 100 causas de derechos humanos en las cuales estaba implicado.

El tristemente célebre y el más despiadado agente de seguridad de la DINA. Osvaldo Romo Mena dejo de existir a las 05:30 horas en el Hospital de la Penitencieria de Santiago, producto de problemas cardiorrespiratorios y, presumiblemente a consecuencia de una avanzada diabetes.

Sus características sicopáticas lo convirtieron en uno de los verdugos más crueles de la DINA en los centros de detención y tortura de la Villa Grimaldi durante el régimen militar.

Se le identifica como uno de los principales responsables de la persecución del Movimiento de Izquierda Revolucionara (MIR) en los primeros años de la Dictadura aunque solo alcanzó a ser declarado reo en dos causas de derechos humanos. En la primera fue condenado a 10 años y un día por el secuestro calificado del joven mirista Manuel Cortez Joo y a cinco años y un día por el secuestro de Ofelia Lazo.

El otrora “Comandante Raúl" o sencillamente "Guatón Romo" se hizo conocido antes del Golpe Militar tras aparecer, en una fotografía publicada en los diarios de la época, al lado del Presidente Salvador Allende en una toma de terreno en la comuna de Peñalolen, donde se identificó como un militante de la Unión Popular Socialista (USOPO).

Relatos consignan que la misma mañana del 11 de septiembre de 1973, Osvaldo Romo Mena apareció en el campamento Lulo Pinochet, vestido de suboficial, identificando militantes de izquierda. Fue el comienzo de su historia de crímenes y el más feroz enemigo del MIR.

Según fuentes de derechos humanos, el Guatón Romo siempre rondaba los sectores poblacionales donde activaban, políticamente los militantes de izquierda, y muchos creen que su rol como agente de inteligencia proviene de antes del 11 de septiembre. Ello lo corrobora decenas de sobrevivientes del campo de Villa Grimaldi y la Venda Sexy, lugares donde Romo Mena le gustaba torturar hasta la saciedad.

Tomo todo genocida vivió protegido por las estructuras de la inteligencia militar y la cofradía que protege a los militares y civiles violadores de derechos humanos.

En este sentido, el "Guatón Romo" comenzó a preocupar al organismo de seguridad debido a múltiples citaciones que recibió a fines de 1975 de distintos tribunales de justicia que tramitaban, sin demasiado éxito, causas de detenidos desaparecidos.

Ayudado por la DINA se escondió en Brasil y para ello se le proporcionaron pasaportes para él y su familia. Con el nombre falso de Osvaldo Andrés Henríquez Mena, se instaló en una localidad cercaba a Sao Paulo y desde donde fue extraditado a Chile el 5 de septiembre de 1992.

Al llegar al país, Osvaldo Romo fue recluido en un sector de la Penitenciaria de Santiago hasta enero de 2000 y luego fue conducido al Penal de Punta Peuco donde permanece hasta hoy que fallece.

Su epitafio: “Aquí yace un torturador”

El "Guatón Romo", tristemente célebre por, pero no pierde la arrogancia sarcástica que demostró ante el mundo entero cuando declaró ante una periodista de Univisión en Estados Unidos que volvería a hacer todas las atrocidades que hizo.

El documento con sus salvajes declaraciones, que se encuentran contenidas también en el libro "Confesiones de un torturador", de la periodista chilena Nancy Guzmán, muestra a un Romo sin arrepentimiento alguno. Es más, ni siquiera hace esfuerzos por ocultar el evidente placer que le provoca el dolor ajeno.

En esa oportunidad, la periodista de Univisión le preguntó:

-¿Volverías a hacerlo?... ¿Lo harías igual?.

- Lo haría igual y peor aún.

-¿Sí?.

- Claro, y no dejaría periquito vivo. Todo el mundo pa' la jaula. Ese fue un error de la DINA, yo se lo discutí hasta última hora a mi general (Manuel Contreras): ¡No deje a estas personas vivas! Fue terrible y ahora se ven las consecuencias.

-El día de tu muerte, Romo, ¿qué epitafio querrías? ¿Aquí descansa el verdugo, el torturador, el asesino?.

-
Podría decir, podría decir... Lo acepto, un torturador. Para mí eso es una cosa buena. Yo creo que lo que hice lo volvería a hacer.